En el siglo I de nuestro tiempo, en la ciudad de Alejandría, una biblioteca con varias sedes era el punto de encuentro de los intelectuales del lugar o, simplemente, de interesados por la cultura o necesitados de algún conocimiento. Pues bien, hoy todos estamos a un solo click de aquel tiempo, pero con un fallo, el interés.
Se cree que por la sencilla razón de tener acceso a los primeros conocimientos (Georges Méliès, los hermanos Lumière, Edwin S. Porter, etc.) en Youtube no hemos de visualizarlo, de estudiarlo. Se cree que basta con tenerlo para cuando sea necesario.
Es como tener de tío a Virgilio, además soltero y con capacidad de ayudar en temas de literatura, y no pedirle ayuda sobre su obra, o sobre las dudas que se mantengan respecto a la obra de Homero de lo que él tenga entendimiento.
Pues ahora es igual, tenemos delante todos los principios del Séptimo Arte, pero no nos interesamos por ellos, porque ahí estarán “por si hacen falta”. Ya hacen falta, sin duda. Existen archivos culturales que pueden ver más de mil millones de personas, sin embargo, los ven muy pocos.
¿El interés? No sólo el interés, la educación. Colegios, institutos y universidades. Mientras vemos como infatigables vídeos desagradables, vejatorios e incomprensibles cobran, cada vez, mayor fuerza en Youtube, las películas antiguas, completas muy a menudo, casi ni se ven. Gente del mundo de la comunicación casi ni las conoce:
"Asalto y robo a un tren" de E. S. Porter, "Los obreros saliendo de la fábrica" de los hermanos Lumière, "Viaje a la luna" de Méliès… No se obliga a ver cine a los jóvenes, y a leer cada vez menos.
Para el día en que todo cambie, recuerden que en Youtube, esa misma web en la que van a mofarse de otros, están algunos de los contenidos más interesantes, educativos y culturales que se pueden encontrar del mundo cibernético: el cine, desde el principio.
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